Carlitos Chaplin, Tiempos modernos
Carlitos Chaplin, Tiempos modernos

Fue necesario recurrir a la fuerza pública para contener los ímpetus de la muchedumbre entusiasta que acudió al estreno de la última película de Charles Chaplin: Tiempos Modernos. Esta tumultuosa aprobación del público era, en verdad, previsible, pues el Príncipe de la pantomima no nos ofrece ahora sino un filme cada cuatro o cinco años, y la impaciencia de sus incontables admiradores ha llegado a su colmo en el instante del estreno tan esperado.

¿Es Tiempos Modernos su mejor película? Todavía discuten el tema con apasionamiento los críticos cinematográficos, sin llegar a acordar sus juicios.

La comedia es una repetición de las anteriores, animada del mismo espíritu de penetrante humorismo, y el escenario es movido, alborotado. ¿Qué otra cosa podía esperarse de la producción chaplinesca? Pues el hombrecillo del bastón, del bigotito y de los pies planos no ha variado su humor ni su estilo. Puede señalarse, empero, el argumento de Tiempos Modernos por su mayor contenido ideológico, ya que se refiere a un tema de inquietante actualidad, como es el maquinismo moderno y sus problemas. Obsérvese la angustia que revela la expresión de Chaplin cuando es atormentado por una máquina automática, y se comprenderá que, algunas veces, los inventores van demasiado lejos. Pero esa reflexión quizá la haga riéndose a carcajadas, ante la cómica actitud del bufo.

Pero, aunque Tiempos Modernos contiene un mensaje, el público no se ve obligado a prestarle laboriosa atención. Los gestos del cómico se encaminan, ante todo, a cumplir su misión, que es la de provocar la risa. Chaplin es el dispensador universal de la hilaridad, con sus famosos y enormes zapatos y su no menos famosa galerita. Como obrero de una fábrica en Tiempos Modernos, Carlitos atornilla pernos y bulones hasta que la agotadora rutina de su trabajo lo trastorna y le da motivo para poner en juego todos sus originales trucos de cómico. Entre dos «estadas» en la cárcel, incidentalmente se convierte en un extremista, luego en sereno y, finalmente, en mozo de café con habilidades de cantante. Por primera vez deja oír su voz cuando es contratado en un cabaret y canta para la concurrencia.

También anima la película un pequeño intermezzo amoroso, en el cual la primera dama es la joven Paulette Goddard, actriz que aún no ha cumplido los veinte abriles y que es sumamente fotogénica.

También aparecen en el filme varios viejos conocidos nuestros, que actuaron junto a Chaplin en los tiempos heroicos de las películas mudas. Citemos al famoso Chester Conklin, que tanto nos hiciera reír en los días de nuestra infancia.

Quizá no sea este el mejor trabajo de Chaplin. Pero no dudamos de que la película será, como las anteriores, un éxito de franca hilaridad en todos los países del mundo.

Extractado del Periódico «La Razón, La Paz, Bolivia». GEORGE ROSS, NUEVA YORK, 24 de abril de 1936.